La importancia del contacto físico en la crianza

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La importancia del contacto físico en la crianza.

Hoy te voy a hablar sobre el marasmo, una enfermedad que se caracteriza por la desnutrición, extrema delgadez y reducción de peso corporal de los niños, y que puede tener consecuencias mortales.

Hace algunos años, me encontré con la historia de la “anciana Anna”.

Durante mi investigación acerca de la importancia del amor, las caricias y el afecto en lo primeros años de vida de los bebés, descubrí información sobre los estudios del Dr. Fritz Talbot, los cuales están directamente relacionados con esta mortal enfermedad infantil.

Al final del artículo, te revelaremos el factor clave que consideramos fundamental para asegurar la felicidad en la crianza de un niño, según la Metodología de Coequipo.

La mortalidad infantil en los siglos XIX y XX.

Este era el panorama que se vivía a mediados del s. XIX: miles de bebés morían en los hospicios de todo el mundo a pesar de tener cubiertas sus necesidades básicas, debido a una enfermedad conocida como el marasmo. 

Bebés de entre 6 y 9 meses, que en apariencia estaban completamente sanos, dejaban de mantener contacto visual, de alimentarse y de comunicarse. Entraban en un estado depresivo que finalmente les llevaba a la muerte.

Como consecuencia de estos datos alarmantes, fueron varios los médicos que realizaron distintas investigaciones para determinar las causas de esta elevada mortalidad infantil.

En 1915, en Nueva York, el doctor Henry Chapin llevó a cabo una investigación en la que se determinó que la mortalidad infantil en niños menores de 2 años en instituciones para huérfanos era del 100 %. 

Por su parte, el Dr. Knox, otro médico en Baltimore, concluyó que de 200 niños menores de un año ingresados en un hospital, el 90 % habían fallecido y el otro 10 % había escapado al Marasmo gracias a haber sido dados en adopción temporal o permanentemente.

Ante este panorama y estos datos tan alarmantes, el Dr. Fritz Talbot emprendió un viaje para profundizar en las causas y consecuencias de esta enfermedad.

Las conclusiones del Dr. Fritz Talbot.

El Dr. Fritz Talbot, un pediatra de Boston, decidió hacer un estudio exhaustivo acerca del marasmo.

Para ello recorrió numerosos orfanatos en varios países del mundo, y con sorpresa descubrió que la mortalidad era similar a la de Estados Unidos.

Hasta que llegó a Alemania. 

En uno de sus viajes paró en la ciudad alemana de Düsseldorf, encontrando sorprendido una clínica infantil donde los niños estaban saludables.

Ante aquel sorprendente hallazgo, y teniendo en cuenta el desolador panorama que se encontraba en el resto de hospicios, preguntó al director del centro, el Dr. Arthur Schlossmann, cuál era la razón por la que aquellos niños estaban sanos.

Y la sorpresa fue mayúscula: el director señaló a una enfermera de avanzada edad llamada Anna que sostenía a un bebé en brazos. Arthur le explicó que, cuando los niños enfermaban y los esfuerzos médicos no daban resultado, ella les brindaba ternura, afecto, caricias, y los niños se recuperaban.

¿Imaginas el impacto de aquel descubrimiento?

Mientras cientos de miles de niños morían en hospicios de todo el mundo en condiciones similares debido al marasmo, en un hospicio alemán, una anciana llamada Anna salvaba las vidas de los bebés gracias al contacto físico y las caricias.

A través de esta observación, el Dr. Talbot comprendió que los bebés necesitan ser sostenidos en brazos, mecerlos, acariciarlos, abrazarlos y arrullarlos, incluso si no se les amamanta, para asegurar su supervivencia y promover un desarrollo saludable.

Pero el Dr. Fritz Talbot no lo tuvo fácil y su descubrimiento no fue bien recibido.

En aquella época, en Estados Unidos, se seguían los dogmas establecidos por el Dr. Luther Emmett Holt, que desaconsejaba mecer a los niños, tocarlos apenas y evitar el contacto visual, incluso cuando lloraban. 

Los trabajos de René Spitz y el cambio en el cuidado infantil.

Por su parte, en 1945, René Spitz, un psicoanalista estadounidense, describió un tipo de depresión que se producía en los bebés de entre 6 y 9 meses cuando eran separados de sus madres (aquellas que brindaban tratos amorosos a sus hijos) por períodos de al menos 3 meses.

Es lo que llamó como “depresión Anaclítica” y la padecían los bebés que a pesar de recibir los mejores cuidados físicos, no se les atendían adecuadamente desde un punto de vista emocional; se les privaba de sus necesidades emocionales como hablarles, sonreírles y cogerles en brazos.

Los diferentes estudios llevados a cabo por Spitz desempeñaron un papel fundamental en el cambio de perspectiva sobre el cuidado infantil. 

Y es que a través de sus observaciones en los distintos hospitales en los que trabajó, pudo reconocer las consecuencias de la falta de afecto durante los 2 primeros años de vida de los niños en la relación entre madre e hijo.

Estos hallazgos llevaron a un mayor reconocimiento de la importancia del vínculo afectivo y las interacciones emocionales en el cuidado de los niños durante sus primeros años de vida. Los estudios de Spitz contribuyeron a generar conciencia sobre la necesidad de brindar un cuidado integral que abarque tanto las necesidades físicas como las emocionales de los niños, reconociendo el impacto que el afecto y la atención emocional tienen en su desarrollo saludable.

Los efectos de la privación afectiva en la infancia. La crianza amorosa.

Como conclusión a los estudios llevados a cabo tanto por el Dr. Fritz y expertos como Spitz, se puede afirmar que la privación afectiva total o parcial en los primeros años de vida puede tener graves consecuencias en el desarrollo de los niños. 

El marasmo, en concreto, es una enfermedad que se manifiesta cuando los bebés carecen de un vínculo afectivo y experimentan una ausencia completa de cuidados y contacto físico. Estos trastornos pueden llevar a la depresión anaclítica y, en casos extremos, a la muerte.

La crianza amorosa y el contacto físico desempeñan un papel fundamental en el desarrollo saludable de los niños:

  • – El contacto físico, las caricias, las miradas y los cuidados amorosos brindan a los bebés una sensación de seguridad emocional, confianza y bienestar.
  • – Estas experiencias tranquilizadoras son esenciales para su supervivencia y desarrollo óptimo.

Es fundamental entender que, desde el momento del nacimiento, los bebés requieren ser sostenidos en brazos, acariciados y arrullados para florecer tanto emocional como físicamente. No debemos subestimar el poderoso impacto del contacto físico y la conexión emocional en el desarrollo saludable de nuestros hijos. Brindarles un entorno de crianza amorosa y afectuosa es fundamental para su bienestar y felicidad.

La Metodología CoEquipo y los primeros años de vida de los niños.

Cuando nacemos los hemisferios cerebrales vienen vacíos, sin desarrollar.

La parte izquierda (representada en la Metodología CoEquipo con los colores azul y verde) llega inmadura, lo que significa que el bebé no sabe qué hacer ni cómo hacerlo.

El desarrollo humano comienza con la formación de las conexiones emocionales en la parte derecha del cerebro, que en CoEquipo asociamos con el color rojo. Estas conexiones emocionales son vitales en los primeros años de vida.

No en vano, durante la gestación, los órganos del ser humano se desarrollan progresivamente, y aunque algunos comienzan a funcionar de manera autónoma antes del nacimiento, dependen en cierta medida de la madre para determinadas funciones. 

Sin embargo, el corazón es uno de los primeros órganos en formarse y adquiere vida propia al latir independientemente, suministrando sangre y nutrientes al feto. A medida que avanza el desarrollo, otros órganos también adquieren autonomía en su funcionamiento, como el sistema nervioso central y los pulmones, aunque su madurez completa se alcanza después del nacimiento.

La Metodología CoEquipo reconoce la importancia del desarrollo emocional en los primeros años de vida de los niños y busca promover un enfoque integral que fomente el equilibrio y la armonía entre los diferentes aspectos del ser humano.

El contacto piel con piel: conexión con la madre desde el alumbramiento.

En la Fundación Jiménez Díaz, donde llevamos trabajando desde hace varios años, han implementado cambios significativos en el proceso de parto y que nada tienen que ver con lo que yo viví cuando di a luz a mis hijos. 

Ahora, es de vital importancia establecer una conexión inmediata entre la madre y el bebé, por lo que, apenas nace, colocan al recién nacido sobre el pecho de la madre (promoviendo el contacto piel con piel). Una vez que se ha establecido esta primera conexión, proceden a cortar el cordón umbilical.

Esto se hace para que no se pierda ni un solo segundo de esa conexión madre – hijo, ya que es lo que realmente necesita un bebé para sentirse feliz.

Lo ideal sería que, como seres humanos, fuéramos concebidos en un acto de amor y que la madre viviera el embarazo como algo positivo y deseado. Sin embargo, esto no significa que una mujer sea una mala madre si el embarazo no fue planeado. Puede haber numerosas razones (laborales y personales) que hagan que un embarazo no sea deseado. Pero idealmente, ese sería el caso.

El motivo radica en que el bebé siente todo lo que su madre siente (existen numerosos estudios respaldados por distintas universidades nacionales e internacionales que avalan esta teoría.).

En la Metodología CoEquipo somos conscientes de la importancia de esa conexión madre – hijo durante los primeros años de vida.

Y es que entre los 0 y 7 años, tenemos el período en el que se desarrolla el hemisferio derecho del cerebro. Los niños necesitan sentir esa conexión con su madre (representada por el color rojo) para ser felices.

Además, los niños necesitan a alguien que establezca rutinas para ellos (representadas por el color verde). Aquellos niños que son educados con rutinas alimenticias, de cuidado y horarios de sueño tienden a desarrollarse mejor que aquellos que viven en hogares sin normas establecidas.

Por lo general, cuando un niño crece en un hogar sin normas, sin límites o con normas variables, tiende a desarrollar ansiedad fruto de la incertidumbre de no saber qué va a pasar después de algún comportamiento. Esto puede conducir a un sentimiento de inseguridad en el niño a medida que crece.

Desarrollo del hemisferio derecho del niño.

En la Metodología CoEquipo explico cómo se configura el cerebro de un niño desde que nace hasta la adolescencia, cómo sería lo ideal para que estos niños crezcan felices. También proporciono herramientas a las familias que necesitan ayuda en alguna de las etapas. El objetivo es lograr que los niños lleguen a la adolescencia siendo felices y seguros de sí mismos.

Si quieres profundizar más en el tema y aprender más sobre nuestra Metodología, te invito a leer mi libro:

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Elena Martínez del Hoyo Vázquez
Creadora de la Metodología CoEquipo

Fuentes: www.wikipedia.com; https://asesoras-continuum.com/bebes-murieron-por-falta-contacto/

https://psicoterapeutas.eu/rene-spitz

 

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